Y llegó el momento que, culinariamente, más estaba esperando de todo el viaje a USA, probar las hamburguesas de Shake Shack. Todos mis conocidos aficionados a las hamburguesas me habían dicho que era la mejor hamburguesa que habían probado jamás, y en otras webs de hamburguesas decían exactamente lo mismo, así que no podía dejarlo.
Por desgracia, Shake Shack es una pequeña cadena de restaurantes, así que la más cerca que tenía era la de South Beach en Miami. Por suerte nuestro vuelo de vuelta a Málaga salía de allí, así que no me lo pensé dos veces y en vez de hacer el viaje en coche de Sarasota a Miami el mismo día que salía el avión decidí irme un día antes y pasar una noche allí solo para probar esta hamburguesa. ¿Locura? Quizás.
Shake Shack no estaba demasiado cerca de mi hotel, de hecho tuvimos que hacer una caminata de unos treinta minutos a unos 40º y con una humedad del 99%. Un sufrimiento en toda regla para algo que, quizás, no iba a merecer tanto la pena. Pero por fin llegamos allí.
El local que hay en South Beach no es demasiado grande, pero estaba muy bien decorado, como veréis en las fotos que pondré después. Sin embargo todo el hype acumulado después de oír cientos de veces las bondades de este restaurante hizo que prácticamente no prestara atención a estos pequeños detalles.